EL ESTRÉS
El estrés se define como un estado de fatiga física y psicológica del individuo, provocado por exceso de trabajo, desórdenes emocionales o cuadros de ansiedad. Aunque en ocasiones constituye el motor de nuestras vidas, es ante todo uno de nuestros más feroces enemigos. Frente al estrés, el organismo humano reacciona tanto el aspecto biológico como en le psicológico.
Causas del estrés:
Fisiológicas: estas causas están relacionadas con las enfermedades y lesiones del cuerpo que aumentan la tensión interior de la persona produciendo un nivel de estrés que se vuelve contraproducente hacia uno mismo. Por ejemplo, una enfermedad orgánica produce una reacción negativa en el campo emocional.
Psicológicas: se relacionan con vulnerabilidad emocional y cognitiva. Crisis vitales por determinados cambios: infancia, adolescencia, madurez, vejez. Relaciones interpersonales conflictivas o insuficientes. Condiciones frustrantes de trabajo o estudios: excesiva exigencia o competitividad, monotonía, normas incongruentes, insatisfacción vocacional, etc.
Sociales: cambios sociales en los que cada época trae nuevos retos a afrontar. Cambios tecnológicos acelerados que la persona no puede integrar, etc.
Ambientales: polución ambiental, alimentación desnaturalizada con toxicos industriales, lugares de trabajo con poca seguridad o con carga electroestática, microorganismos patógenos, catástrofes, etc.
FASES DEL ESTRÉS:
El estrés se manifiesta como un proceso que consta de tres fases que llama “Síndrome General de Adaptación”. Al principio se da una fase en la cual todo nuestro organismo ésta en alarma. A ella le sigue la movilización del aguante físico, emocional y mental para resistir el estrés. La fase final es la etapa de agotamiento general.
En las tres fases que forman el Síndrome General de Adaptación, se liberan en el organismo agentes químicos y hormonas que si se mantienen durante mucho tiempo terminan estresando al mismo
Fase de alarma:
La fase de alarma ocurre cuando experimentamos una situación como un desafío que excede a nuestro control, por ejemplo un susto. Nos prepara para dar una respuesta así inmediata a la situación que se nos presenta. Así, en esta fase nos esforzamos y luchamos para recuperar el control. Cuando pasa el susto nuestro organismo se refleja y recuperamos el estado de reposo. Si la situación de susto se mantiene de forma continua, pasamos a la siguiente fase.
En esta fase el corazón late más fuerte y rápido subiendo la presión arterial. La sangre se desvía al estomago y de la piel hacia los músculos por si necesitamos realizar movimientos rápidos. Las pupilas se dilatan, la respiración aumenta y los músculos se contraen.
Fase de adaptación:
Cuando no podemos cambiar la situación que se nos presenta, el organismo moviliza todos los recursos disponibles para adaptarse a esta nueva situación. Esta fase dura más tiempo pero llega a su límite se agota la energía.
En esta fase la presión arterial sube lentamente. Los tejidos del cuerpo retienen componentes químicos como el sodio. Las suprarrenales aumentan de tamaño y liberan cortisol al torrente sanguíneo, provocando una serie de cambios físicos. El nivel de ácidos grasos. Disminuyen las defensas y aumenta el desequilibrio del estado emocional derivado hacia la depresión.
Fase de agotamiento:
Al no poder cambiar la o las situaciones que producen estrés y no ver salida a la situación, se agotan todos nuestros recursos orgánicos y emocionales. El estrés continuo hace que el funcionamiento hormonal libere sustancias químicas que dañan a los tejidos abriendo posibilidades a diferentes enfermedades.
SIGNOS DE ADVERTENCIAS:
Estudios de psicología moderna nos advierten que el estrés continuo pueden generar estados de ansiedad que terminan bloqueando el funcionamiento de los procesos cognitivos, es decir, nuestra claridad mental.
Las preocupaciones recurrentes, por ejemplo, pueden llegar a invadir nuestros sueños y mantenernos despiertos la mayor parte de la noche, y los miedos que se imponen sobre el resto de los pensamientos son capaces de distraernos de los que estamos haciendo.
Las característica central de la reacción que nos produce el estrés es la incertidumbre, una incertidumbre que dispara un estado de alerta para corroborar la eventualidad de una amenaza.
Signos emocionales:
o Apatía e inferencia, ansiedad, miedo, sensación de inutilidad.
o Depresión, irritabilidad y estado defensivo.
o Fatiga mental: problemas de concentración, pensamiento poco fluido, esfuerzo continuo, dificultades para emprender nuevas acciones.
o Negación: ignorar síntomas, negar problemas, continuar trabajando a pesar de estar demasiado cansado para continuar.
o Arrebatos de emoción: sentimientos que afloran y desaparecen súbitamente en lugar de perdurar como un estado de ánimo predominante.
o Preocupaciones y pensamientos obsesivos: una conciencia continua del evento estresante que irrumpe de manera recurrente, más allá de los límites del pensamiento necesario para resolver un problema.
o Ideas intrusivas: sorpresivas y súbitas, pensamientos que no tienen nada que ver con la tarea mental en curso
o Pensamientos, sensaciones y emociones persistentes o ideas que la persona es incapaz de detener.
o Hipervigilancia: un estado de alerta, indagación y búsqueda desproporcionada, que se caracteriza por una tensa expectativa.
o Insomnio. Imágenes e ideas persistentes que dificultan la conciliación del sueño.
o Malos sueños: pesadillas y despertares angustiosos.
Signos de comportamiento:
o Evasión: del trabajo, de las amistades, de la responsabilidad
o Drogadicción: alcoholismo, droga, juego, derroche.
o Abandono: atraso del trabajo, desaseo, vestirse descuidado.
o Problemas legales: deudas, infracciones, accidentes, robos, violencia.
Signos físicos:
o Enfermedades frecuentes de todo tipo, contracturas musculares y dolores de columna vertebral como lumbalgia, ciática, o dolor cervical.
o Dolencias menores: náuseas, insomnio, dolor de cabeza, problemas digestivos, cambios de peso, cambios de apetito, problemas sexuales.
o Agotamiento físico: fatiga continua, cansancio sin causa.
CONSECUENCIAS DEL ESTRÉS:
El estrés entendido como estímulo, como respuesta o como proceso de interacción entre ambos, actúa en el organismo desencadenando un gran número de alteraciones y enfermedades de distintos niveles.
Ente los trastornos cardiovasculares pueden mencionarse la hipertensión arterial, la enfermedad coronaria o las taquicardias. El asma bronquial o el síndrome de hiperventilación constituyen trastornos respiratorios. Dentro de los inmunológicos figura la aceleración del desarrollo de los procesos infecciosos. En cuanto a alteraciones del sistema endocrino, las principales son el hipotiroidismo y el hipertiroidismo. La úlcera péptica, la colitis ulcerosa, la aerofagia y el estreñimiento son desequilibrios gastrointestinales. El prurito, la sudoración excesiva, la dermatitis atípica y la alopecia se inscriben dentro de los dermatológicos. Los trastornos musculares más habituales son tics, temblores, contracturas musculares, etc. Como problemas sexuales pueden mencionarse la impotencia, la eyaculación precoz, el coito doloroso, el vaginismo y las alteraciones del deseo. No hay que dejar de lado la importancia de los desequilibrios psicopatológicos, como miedos fobias, depresión, trastornos de la personalidad, consumo de drogas, conductas obsesivas y compulsivas, alteraciones del sueño, etc.
TIPOS DE ESTRÉS:
Podemos nombrar varios tipos de Estrés:
Estrés positivo: es un mecanismo normal que se activa automáticamente frente a un problema percibido claramente e interpretado con verdadera rapidez, tomándose una decisión inmediatamente. Una vez resuelto el problema, el organismo vuelve a su normal funcionamiento, recuperando su equilibrio.
Estrés negativo: al que denominamos “distrés” que puede producir diversas enfermedades y trastornos. El organismo no puede recuperarse, sufriendo por lo tanto un gran desgaste (carga alostática).
Estrés sociológico: es el que se produce ante una situación de crisis social, ante la proliferación comunicacional de noticias negativas, ante la violencia cotidiana, la irritabilidad urbana, etc.
Estrés laboral: ocasionado por condiciones laborales que violenten la resistencia física o la dignidad de las personas quienes reaccionan de distinta manera frente a las condiciones y contingencias del trabajo, según su vulnerabilidad y personalidad. Comprenden el síndrome de burnout, mobbing, etc.
Estrés físico: es que se produce por la agresión al organismo por causas físicas, por ejemplo enfermedades.
Estrés emocional: se produce por el impacto que producen las emociones cuando no pueden ser moduladas por la razón.
Estrés eco ambiental: producido frente a los cambios ambientales desfavorables, poluciones, ruidos, luminosidad, alteraciones del ecosistema, etc.
TRATAMIENTO:
Hoy en día existen diversos métodos para combatir el estrés, un fenómeno que puede abordarse desde un punto de vista biomédico o, psicológico; sin duda, la combinación de tratamientos permitirá obtener unos resultados mas beneficiosos para la persona que lo padece.
Desde el enfoque biomédico el tratamiento para el estrés es la prescripción de tranquilizantes o ansiolíticos, especialmente benzodiacepinas, que inciden directamente en las respuestas fisiológicas de estrés.
Por otro lado desde el enfoque psicológico se platean varias alternativas, todas ellas otorgan gran importancia al control de la ansiedad emocional, así como al aprovechamiento de los recursos del organismo. Entre las más importantes, cabe mencionar las siguientes:
Técnicas de biofeedback: consiste en el aprendizaje del control voluntario de las funciones fisiológicas y de las actividades automáticas (tención muscular, presión sanguínea, etc.).
Técnicas de relajación y respiración: se basa en la idea de que, liberando el cuerpo de la tensión muscular ( a través de la respiración abdominal, o de ejercicios de tensión-distensión de los grupos musculares, respectivamente), se liberara la tensión de la mente.
Técnicas cognitivo-conductuales: la aserción encubierta, consiste en aprender a detener el pensamiento distorsionador que provoca emociones negativas y a sustituirlo por otro más positivo y constructivo; la desensibilización encubierta, con la cual el sujeto aprende a relajarse mientras se imagina escenas que progresivamente van provocando mayor ansiedad; la inoculación al estrés, con ella se enseña como afrontar y reflejarse ante una amplia variedad de experiencias estresantes, desarrollando nuevas formas de reacción más allá del miedo y la cólera.
Técnicas de autocontrol: consiste en el entrenamiento de una persona para regular sus conductas, dirigiéndose a sus esfuerzos a regular su propio entorno, no a modificar posibles o supuestos estados internos inmanejables, a través de la manipulación de condiciones antecedes y de consecuencias.
LOS NIÑOS TAMBIEN SUFREN ESTRÉS:
Cuando se habla de estrés infantil surgen un montón de preguntas, cuestiones, dudas, e inquietudes. ¿Cómo saber si mi hijo sufre estrés? ¿Cómo evitarlo o prevenirlo? ¿Qué tipos de estrés pueden atacar a los niños? El estrés afecta cada vez a más niños y debe tratarse cuanto antes para evitar que se convierta en enfermedad.
Las señales de que los niños están bajo estrés son las mismas que las de los adultos. Los niños sufren de dolores de estómago y de cabeza, una y otra vez. Unos se muestran más enfadados, irritables o explosivos, y otros se retraen y se muestran distraídos y deprimidos. Presentan problemas y trastornos en la alimentación y en el sueño, y se enferman con frecuencia. El estrés puede llegar a los niños por distintos caminos y causas por las que llegan a los adultos. Solo se diferencian en la intensidad. El mundo, así como todo lo que ocurre en ello, por ejemplo, representa más amenazas a los niños que a los adultos. Las prisas, el ajetreo, los atascos, el exceso de actividades, las presiones, las noticias no siempre agradables, asustan a los niños. Todo cambia demasiado rápido y con mayor frecuencia para ellos. Los desastres naturales, el divorcio de los padres, el nacimiento de un hermano, el cambio de casa, el familiar enfermo, la inestabilidad del hogar, la soledad, los miedos, la muerte, así como la demasiada presión de los padres y del colegio por buenas notas, las prisas y exigencias, los cambios físicos, y las burlas de algún compañero, son algunas de variadas situaciones que pueden generar estrés en los niños.
El estrés es inevitable cuando los niños viven situaciones como estas y se encuentran con una baja autoestima. Por esta razón es muy importante que brindemos a nuestros hijos con cariño, compañía y cercanía. Que les ofrezcamos un clima de seguridad y de confianza. ¿Cómo? Hablando con ellos sobre lo bueno y lo malo, dándoles información apropiada para su edad, sobre sus emociones, el ambiente y las relaciones sociales. La demostración de interés sobre sus pensamientos, sentimientos, y reacciones también les ayudará a sentirse arropados.
Aparte de eso, también se debe estimularles a que coman saludablemente, y que hagan ejercicio físico o algún deporte, con regularidad. Y que descansen y se relajen, sobretodo. Lo que NO es aconsejable hacer es quitar importancia a sus sentimientos y habilidades. Debemos estimularles a manejar situaciones que ellos sean capaces, pero que evitan. Tenemos que tratarles como los seres preciosos y valiosos que son.